martes, 7 de agosto de 2018

Limones y sal




   Como  Ariana Grande, ella tampoco tenía más lágrimas.

   Se obligó a sonreír delante del espejo. En los tutoriales de Youtube sobre cómo maquillarse, decían que el colorete debía aplicarse en la "manzanita" que sobresalía en la cara cuando sonreímos; y quería estar lo mejor posible cuando quedara con su amiga. Faltaba menos de media hora para la cita y necesitaba paliar los estragos que el llanto y la falta de sueño habían dejado en su rostro.

   Menudo papelón tenía por delante: sus amigos estaban pasando por la enésima crisis matrimonial de los últimos cuatro años.......y cada vez era peor. No podía entender cómo dos personas tan buenas, generosas y, sobre todo, enamoradas, podían llegar a hacerse tanto daño.

   Mientras seguía retocándose, no podía dejar de pensar en él y su última cita. Tenía que haberse dado cuenta de que algo iba mal cuando vio que no sonreía, pero supuso que estaba cansado.......hasta que le oyó decir:

   -Entre tú y yo hay algo muy especial, pero.......

   No podía creerlo.

   -......he conocido a otra persona.

   No, por favor. Otra vez no. No podía ser cierto. Exactamente la misma frase de siempre. Ésa que había oído por última vez hacía seis años y que le hizo prometerse que nunca más volvería a ilusionarse con un hombre.

   Y lo había cumplido durante cinco años. Tampoco le había costado mucho, la verdad, porque apenas había conocido alguno que valiera la pena.

   Hasta que un año atrás su mirada y su sonrisa se cruzaron en su camino. Y se resistió. ¡Vaya si lo hizo! Tardó meses en darle su número de teléfono y en empezar a quedar con él. Incluso entonces se decía a sí misma que era sólo un amigo y que no le interesaba más allá de esos momentos de cafés y risas que compartían de vez en cuando.

   Pero esa sonrisa y esa mirada habían podido con sus defensas. 

   La verdad es que, debido a sus experiencias anteriores, nunca tuvo mucha confianza en que durara. Por lo menos, esta vez, había tenido el suficiente sentido común como para no contárselo a nadie. En caso contrario, ahora le tocaría tener que explicar una vez más lo de siempre.......que la habían dejado por otra. Y, una vez más, tendría que escuchar los intentos de ánimo de todo tipo que tus amigos dicen cuando quieren consolarte......y que, excepto por el cariño que desprenden, no consiguen que dejes de sentir que el mundo se hunde a tu alrededor. Porque así se sentía ella ahora. Sabía que se terminaría pasando, pero no tenía ganas de volver a oír que "si la vida te da limones, haz limonada". Para eso hace falta azúcar, pero a ella, la vida, sólo le había dado limones y sal; y con esos ingredientes, todavía no había logrado averiguar qué podía hacer.

   Bueno, pues ya estaba lista. Un vestido bonito y un poco de maquillaje siempre hacen maravillas; y si además es verano....

   -En verano todas las mujeres estamos más guapas-le había dicho hacía un par de meses.

   Ya era la hora. Le tocaba intentar animar a su amiga......o abofetearla mientras intentaba explicarle cuánto envidiaba lo que tenían y lo estúpido que le parecía que dos personas que habían compartido tantas cosas buenas y malas se empeñaran en destrozarse la una a la otra. No, por supuesto que no lo haría. Pondría su mejor sonrisa e intentaría que se riera.....o que llorara; lo que más necesitara. Porque para esto están las amigas: para recordarte que los momentos malos terminan pasando y, mientras llegan los buenos, siempre hay que encontrar la forma de hacer limonada.

   

Texto Ana María Blanco Estébanez
Todos los derechos reservados