miércoles, 13 de febrero de 2019

¿Por qué yo?

Resultado de imagen de atardecer en el gran cañon del colorado
Atardecer en el Cañón del Colorado. Foto de elperiodicodetudia.com
   Cuando sonó el despertador, hacía más de media hora que estaba despierta. De hecho, había pasado toda la noche en un duermevela continuo, en el que no logró enlazar tres horas seguidas de sueño. Los anticatarrales que llevaba tomando cuatro días aliviaban los síntomas de día, pero en la cama apenas lo notaba. Cada vez que se daba la vuelta, su nariz volvía a taponarse y tenía que levantarse para realizar todo el ritual de pañuelos, suero y gotas que le permitiera descansar otro ratito.

   Así que allí estaba ella, agotada, llorosa, boqueando y con la garganta ardiendo por la sequedad que le provocaba el tener que respirar por la boca. Subió la persiana y se encontró con una luminosa pero fría mañana primaveral. Después de desayunar, se puso la falda de vuelo por debajo de la rodilla y el jersey amplio que dejó preparados la noche anterior. Sin tacones y sin maquillar. No es que fuera muy favorecedor, pero su objetivo era pasar lo más inadvertida posible; observar sin ser observada.

   Tras firmar todos los papeles, la llevaron al que sería su despacho, compartido con otras cuatro chicas más. El jefe estaba de vacaciones, así que disponía de unos días para ir conociendo el edificio y la gente. Como no tenía trabajo asignado, una de sus compañeras le propuso acompañarla a reprografía.

   -Así vas conociendo el edificio-le dijo.-Normalmente fotocopiamos y ensobramos nosotras todo lo que mandamos por correo, pero cuando es mucha cantidad o son envíos masivos, lo bajamos para que lo hagan en las máquinas grandes. Te prevengo: este tío es un poco raro, pero claro, pasar todo el día en las mazmorras tiene que marcar-le fue contando entre risas.

   Aquel sitio distaba bastante de lo que ella llamaría mazmorra; era muy luminoso a pesar de estar en el sótano, y tenía mucho espacio, aunque casi todo lo ocupaban unas monstruosas máquinas fotocopiadoras y ensobradoras, que estaban funcionando continuamente.

   Si el tipo aquél era raro o no, no le dio tiempo a apreciarlo. Nada más presentárselo, empezó a sentirse observada. Era la misma sensación de siempre, que hacía que se pusiera en alerta. Miró lentamente a su derecha, donde había un despacho acristalado y allí estaba él, sentado en una silla, cruzado de brazos y piernas, observándola detenidamente. Nunca había sentido tal repulsión. Sintió como si la estuviera desnudando y lo supo de inmediato: le había encontrado en menos de una hora. ¿Qué probabilidad había de que eso sucediera en un edificio donde trabajaban más de 200 personas? Lo suyo no eran las matemáticas, así que ni intentó calcularlo.
   
   Su compañera había recogido todos los sobres, que a duras penas podía llevar en sus brazos, y volvieron de regreso al despacho.

   -Había un tío muy raro ahí abajo-indagó cuando llegó a su mesa. 

   -Ya te dije que era un poco rarito. 

   -No el de las máquinas, el otro, el que estaba sentado al fondo. Tenía un aspecto siniestro y algo extraño en al cabeza. No sé, me recordaba un champiñón.

   -Anda, ése es Peluquín. La cámara de vigilancia con patas de edificio. Controla todo. Lo sabe todo. Es un poco pesado, pero ya te acostumbrarás. Además, te vas a hartar de verle porque trabaja al final de este pasillo.

  Bueno, pues el primer paso ya estaba: localizado. Ahora venía lo más difícil, conseguir las pruebas y los testigos. Normalmente la primera fase le llevaba unas semanas. Cuando aceptaba un trabajo prefería que nadie le dijera nada y averiguarlo por sí misma. Era una forma de no ir predispuesta. Además, nunca fallaba: si había algún acosador, seguro que iría a por ella. 

   Pasar sus años universitarios en el Valladolid en el que actuaba el violador del ascensor agudizó su sexto sentido. No siempre podía volver a casa acompañada y odiaba coger un taxi. Así que, al volver andando de noche era capaz de distinguir cada paso e iba con todos sus sentidos alerta.

   Cuando empezó a trabajar se dio cuenta de que era como un imán para todo bicho raro, plasta o acosador que hubiera en las instalaciones. La primera vez ni siquiera sabía lo que pasaba. Al principio pensó que era un pesadito más, hasta que se dio cuenta de que siempre la buscaba cuando no había nadie cerca y empezó a temer esa forma de invadir su espacio cuando se acercaba a ella. "¿Por qué yo?" se preguntaba. "No soy alta, ni guapa, ni la más llamativa". "Tía, con esa forma de ser tan abierta y esa ropa que te pones......no te extrañe", solían decirle cuando se lo comentaba a alguien. ¿Abierta?¿Qué ropa? Era verano y llevaba minifalda......no iba a ponerse una escafandra. Al final, ya no se lo comentaba a nadie; no necesitaba que encima le hicieran sentirse culpable. Decidió contárselo a su jefe.

   -Puedo hablar con él a nivel personal, pero si quieres interponer una queja formal, hay que abrir un expediente y tendrás que testificar ante el Comité de Prevención de Acoso de la empresa. Eres libre de hacerlo, pero te aviso de que terminarán juzgándote a ti.

   El contrato era sólo por el verano y le dijo que no lo haría. No estaba dispuesta a que también unos extraños le dijeran que era una provocadora.

   Lo que nunca imaginó es que su sexto sentido con los hombres y ese don de atraer a lo más indeseable del género masculino, terminaran siendo decisivos para ganarse la vida. Según su jefe, nunca había tenido a alguien capaz de encontrar pruebas y testigos tan rápido como ella.

   La única condición que ponía siempre era no saber nada del caso. Simplemente conseguían un puesto para ella y de lo demás se encargaría......"su don".

   Había pasado el tiempo y tenía todo lo que necesitaba excepto los testigos. Las pruebas no tuvo que buscarlas; vinieron a ella. No llevaba un mes cuando recibió un emilio suyo. Se había dedicado a ver cómo actuaba, y cada vez le tenía más miedo. Lo que al principio eran encuentros casuales en la zona de fotocopiadoras o al ir al servicio, se convirtieron en lo habitual. Entendió a qué se referían sus compañeras con lo de cámara con patas: era como si tuviera un radar. No había forma del salir del despacho sin que él no se enterara. Siempre haciéndose el encontradizo, cada vez acercándose más para hablar con ella. Pero sólo cuando no había nadie delante, así que terminó por ir a hacer fotocopias cuando alguien más estuviera allí; y lo de ir en pareja al servicio se convirtió para ella no en la broma de siempre, sino en una necesidad.

   Cuando abrió el primer correo que le mandó, se encontró con una presentación en Powerpoint de fotos chulas y música lenta, acompañada de un mensaje romántico que enseñó a su compañera de mesa.

   -Jo, pues sí que escribe bien. ¡Qué cosas más bonitas te dice!

   -Pero, ¿a ti te parece normal que alguien a quien no conozco me mande esto?

   -Bueno, chica, tampoco es para ponerse así.

   Se dio cuenta de que no iba a ser fácil conseguir testigos. Nunca lo era. Si nadie veía nada, era como si no hubiera pasado; además sus emilios no eran amenazantes, excepto por el hecho de que, desde el primero su respuesta siempre fue la misma: "Si no tienes que mandarme nada relacionado con el trabajo, no quiero ningún correo tuyo". Como no sirvió de nada, contestaba más bruscamente con un "Déjame en paz". Leía todo lo que le mandaba. Tenía que hacerlo para saber si en algún momento dejaban de ser románticos y pasaban a ser amenazantes, pero no fue así. Recordaba especialmente uno en el que, después de soltarle el típico rollo copiado de una guía turística, terminaba comparando su belleza con la de un atardecer en el Cañón del Colorado. Era lo más empalagoso que nadie le había escrito jamás.

   A los cuatro meses y después de tantear sin éxito a sus compañeros, se rindió. Nadie la ayudaría. Nadie le consideraba un peligro. Nadie pensaba que la estuviera acosando. Y el caso es que no podía ser ella la única. Nunca funcionaba así. El ¿por qué yo? nunca era solitario. Al final, siempre había más. Y esta vez no podía ser de otra forma, estaba segura.

   El día que abrió la puerta cuando se encontraba sola en el despacho, casi se le para el corazón. Pensó que era él, que, sabiendo que no había nadie más, entraba para seguir con la agresión a su intimidad. Pero no, resulta que era una chica que podría haber pasado por su gemela, excepto por aquellos preciosos ojos verdes perfectamente maquillados y esa ropa de marca, que sus amigos del pueblo no habrían dudado en calificar de "superpija".

   -¿Eres tú su nueva obsesión?-le preguntó directamente.

    Asintió........y sólo tuvo que limitarse a escuchar:

  -¿Encuentros casuales en el pasillo?¿Mensajes de correo románticos?.-A cada pregunta, ella asentía.-¿Ha empezado con los vídeos sexuales? No tardará, en serio. Nadie me creyó al principio. A todo el mundo le parecía muy bonito lo que me escribía y nadie entendía por qué me molestaba tanto. Cuando me mandó el primer vídeo guarro, empezaron a mirarme diferente. "Algo le habrás dicho para que te mande eso", me decían cuando se lo enseñaba. Al segundo, le denuncié. Le abrieron un expediente y le prohibieron acercarse a mí o mantener algún otro tipo de contacto. Como trabajamos en los extremos del edificio, no ha sido difícil. Les pedí que le trasladaran de edificio o de ciudad, y ¿sabes lo que me dijeron? Me ofrecieron el traslado a mí, me daban a elegir el sitio al que irme si no me gustaba su decisión.

   Lo de siempre, era la respuesta que daban en estos casos: si no te gusta, te puedes ir.

   -Y yo tuve suerte. Antes de que llegaras tú, otra compañera tuvo que desaparecer. Empezó en el trabajo, como con nosotras, hasta que un día descubrió que por la tarde iba a la piscina; siempre al mismo sitio y a la misma hora. La primera vez quiso creer que había sido casualidad. La segunda salió corriendo y puso una denuncia. A ella le dijeron que no había hecho nada amenazante, que los correos, aunque fuera de lugar, no se podían considerar peligrosos y que, el verle un par de veces a la salida de la piscina, tampoco era acoso.

   Ya lo tenía. Y además con denuncias previas. Normalmente no tenía tanta suerte porque las chicas preferían irse antes de ser examinadas y juzgadas como si fueran ellas las culpables.

   Ahora quedaba fingir un traslado para poder irse sin levantar sospechas. Como al final de cada trabajo, dispondría de una semana de vacaciones con su chico, para desconectar......hasta el caso siguiente. Siempre tenía la esperanza de que al volver, su jefe le dijera que no tenía nada para ella. Aunque en el fondo sabía que nunca sucedería.

   El día que se despidió, recibió otro emilio suyo. Empezaba igual de insoportablemente empalagoso que los demás. Sin embargo, al final, le recordaba todos esos momentos que habían pasado juntos y todas esas conversaciones y sonrisas que habían compartido.......solamente en su enferma mente. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo Nunca se había alegrado tanto de irse de un trabajo. 


Texto Ana María Blanco Estébanez
Todos los derechos reservados

martes, 5 de febrero de 2019

Y el novio ¿pa cuándo?



   Pues sí, no hay una "single lady" que no haya tenido que oír esa pregunta miles de veces durante toda su vida. Da lo mismo si eres soltera o separada; si estás sola.....familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo te lo preguntarán cuando te los encuentres, sobre todo si hace bastante tiempo que no los ves.

   Cuando eres jovencita y no vas colgada del brazo de un novio, la culpa, por supuesto, es tuya: "algo raro tendrás para no encontrar a nadie" o "no me extraña que nadie te aguante, con ese carácter que tienes".

   Con el paso de los años, empiezan a mirarte de otra forma y pasas a ser la "selectiva". Han visto que te rodean varias posibilidades, pero no terminas con ninguno. Entonces la culpa pasa a ser de ellos, que no están a tu altura.

   Hasta que pasada la crítica edad de los 40 te conviertes en "la lista" de la familia, del grupo o de la comunidad. Eres la admiración de las casadas con hijos, que no tienen la libertad que tienes tú y pasas a ser el morbo de los hombres casados, que no ven en ti a la típica ama de casa.

   Pero, ¿cuál es la verdad? Pues que ni somos tan insoportables, ni tan selectivas, ni tan envidiables, ni, por supuesto.......tan morbosas. Lo cierto es que somos como el resto de mujeres, pero sin marido, niños y con tooooooda la libertad del mundo para hacer lo que nos dé la gana 😊

   ¿Que por qué no estamos con un hombre? Pues porque no ha surgido, oye. Que una tiene su estómago y para estar con según qué individuos, prefiero estar sola. O como dice una prima mía: "Es que no sabes cómo está el mercado". A lo que le respondí: "Pues mira, chica, ni idea. La verdad es que ya no salgo a comprar" 😂

   Y es que una ha tenido unas experiencias que son para pensar que los hombres normales, que haberlos haylos, no lo dudo, no se van a cruzar en mi camino, así que......¿para qué perder el tiempo?

   Recuerdo perfectamente la primera vez que me entró un chico. Bueno, en realidad, lo hizo su amigo, que era lo que se hacía entonces. 

   -Oye, ¿cómo te llamas? Es que mi amigo quiere conocerte-me preguntó.

   -Ana-respondí yo, mientras miraba a su alrededor, intentando ver al amigo en cuestión.

   Pero dio media vuelta y se fue, con lo que mis amigas y yo pensamos que el amigo debía ser muy tímido y se había escondido en el servicio o había salido huyendo de la disco.

   Al cabo de unos minutos volvió acompañado de una monada de niño. "Andrés, Ana""Ana, Andrés", nos presentó a toda velocidad, para desaparecer otra vez. Nos quedamos mirándonos el uno al otro y  me dice: "Las dos primeras letras de tu nombre coinciden con las dos primeras letras de mi nombre". Y yo, mirándole y sin saber qué contestar a semejante frase. Silencio incómodo, miradas al suelo.....y se dio media vuelta y se fue.

   Ese fue sólo el primero de mis sucesos extraños con los hombres. Aunque mención destacada merece aquel tío bajito que se acercó para darme su número de teléfono mientras no apartaba su mirada de mis lolas. Que sí, que sus ojos quedaban a la misma altura, pero después de un rato sin mirar hacia arriba, me harté y le dije: "Puedes seguir hablándolas, pero no te van a contestar". Entonces me miró a los ojos, se puso rojo como un tomate y se fue entre las carcajadas de mis amigas, que me dijeron: "Tía, cómo te pasas. Le has dejado traumatizado para los restos".

   AMIGAS.......sí, esas personas maravillosas que, cuando encuentran a su pareja ideal, se empeñan en encontrar la tuya también. Y si de paso te emparejan con un amigo de su chico.....guau, la perfección. Yo tuve una bastante insistente. La primera vez me dijo: "le acaba de dejar su novia después de 8 años, es un encanto y está muy sensible, así que, por favor, no seas borde". Lo de que no fuera borde debería haberme hecho sospechar que el mozo no debía ser tan encantador, pero, en ese momento ni lo pensé.....y me encontré en una cita con un elemento que se pasó la primera media hora soltando todo tipo de improperios contra su ex; que yo entiendo que tuviera motivos para estar mosqueado, pero si hablas así de la persona con la que has estado 8 años, al final el que quedas fatal eres tú. O, al menos, ésa es mi opinión. Total, que a mí me pilló con una afonía y aguanté como pude sin poder decir ni pío, pero mi amiga, que también alucinaba con lo que estaba  oyendo, intentó cambiar de tema y me preguntó cómo llevaba las oposiciones. Y él, sin esperar mi respuesta, va y dice:

   -Ah, ¿eres opositora? Bah, eso está tirado. Quien no aprueba una oposición es porque es un inútil.

   Mi cara fue cambiando de color mientras le oía y mi amiga se dio cuenta de que ya no había forma de parar lo que se avecinaba. Utilizando la poca voz que tenía, mirándole directamente a los ojos, le susurré:

   -Mira, cretino......si te parece que aprobar una oposición está tan tirado, podías presentarte a una y dejar de ser un mantenido de tu  madre. Ah, y por cierto, no me extraña que tu novia te dejara por su entrenador del gimnasio. Después de 8 años aguantándote, seguro que ya se ha ganado un puesto en el cielo.- Recogí mis bártulos, me levanté y me largué, sin atreverme a mirar a mi amiga y su chico.

   Al día siguiente, cuando me disponía a llamar para pedir disculpas por haber sido tan borde, me llamó ella pidiéndome perdón y asegurándome que era la primera vez que le había visto comportarse así.

   -No, si ahora voy a ser yo la que le transformé en un gilipollas-respondí riéndome.

   Pero no desistió de su intento por encontrarme pareja, así que unos meses más tarde, cuando a otro de los amigos de su chico le dejó su novia, volvió a preparar otra cita doble.

   -En serio, es un tío que está muy bien, inteligente, educado y superfamiliar.

   Y allá que fui yo......para darme cuenta de que con mi amiga, hay que leer entre líneas o hacer traducción simultánea. Que estaba muy bien.....completamente cierto, pero era lo único. Inteligente.....pues no; era un pedante de mucho cuidado, recién licenciado en Derecho y trabajando en el despacho de su "papá". Educado......pues tampoco; un insulso y un aburrido de solemnidad. Y lo de superfamiliar.....pues oye, del Opus que era el chico, lo que no me habría importado, si no fuera porque se pasó la noche intentando curar mi ateismo.

   Mi amiga espabiló y nunca más volvió a ponerme en semejantes situaciones. Eso sí, a los tres meses me dijo:

   -¿Te acuerdas de Carlos? (el inteligente y educado hombre de familia) Pues resulta que lleva un par de meses con una chica y van muy en serio. Se llama Ana, es morena y es licenciada en Filología Inglesa.

   -Ostras, qué cerca estuve-fue lo único que se me ocurrió responder.

  Otra de mis amigas también tuvo la brillante idea de buscarme novio y, curiosamente, también era otro recién abandonado, amigo de su chico. Esta vez fue peor todavía. Yo tenía entradas para el baloncesto y cuando quedé con ellos, llevaban varias horas de juerga......y me encontré con un borracho baboso y sobón al que no sabía cómo apartar de mí. Mi amiga y su novio me pidieron perdón al día siguiente y me aseguraron que nunca le habían visto así. Vamos, otro caso de transformación al conocerme 😔

   Mi último desastre con un abandonado fue culpa mía y sólo mía. Era el hermano de un amigo mío, y estaba tan bueno y daba tanta pena verle tan tristón, que no paré hasta quedar con él. Me llevó a un sitio guay, que, casualidades de la vida, resultó ser la cafetería en la que había conocido a su ex. El pobre se pasó todo el rato hablando de ella, así que cuando cambiamos de sitio decidí que, esta vez, hablaría yo y así no tendría que recordar esas cosas tan tristes.

   Pero no, claro no. El siguiente bar fue en el que se dieron el primer beso. Ahí me di cuenta de que de casualidad ná de ná. Siguió hablando sin parar de ella, sin preguntarme nada, sin dejarme abrir la boca, mientras yo me tomaba la copa a toda pastilla y fingía un horroroso dolor de cabeza antes de que el azar nos terminara llevando al sitio en el que ella le dejó plantado y terminara llorando a moco tendido.

   ¿Qué saqué de positivo de todo esto? NUNCA, bajo ningún concepto, hay que ser la primera cita de un abandonado. Y mira, eso lo he llevado a rajatabla. No quedo con ningún tío que no le haya llorado y despotricado a una o varias incautas; que ya se haya desahogado, para poder tener una cita normal.

   Mi último "encontronazo" fue hace un mes, con un chavalote de 27 años que no podía entender cómo una funcionaria de buen ver no tenía pareja.

   -Soy escorpio-le dije.-Y de Bilbao-añadí.

   -Ahhhh, claro, ahora lo entiendo-me respondió riendo.

   No recuerdo haberme reído tanto como durante esa hora que pasamos juntos.

   -Vaya peligro que tienes-le solté en un momento entre risas.

   -Que no, de verdad, si soy de lo más normal.

   Y entonces decidí que había llegado la hora de irme.

   -En serio, es por tu bien. Antes de que te convierta en un borracho baboso, sobón y gilipollas.😅


Texto Ana María Blanco Estébanez
Todos los derechos reservados