lunes, 30 de abril de 2018

YO DECIDO CUÁNDO, DÓNDE Y CON QUIÉN


   Indignados todos, protestando en la calle y en nuestros círculos. Una sentencia que nos hace recordar la sociedad machista e injusta en la que tenemos que vivir las mujeres. Y no sólo las españolas, que parece que es nuestra justicia y nuestro país el único así. ¿Acaso hemos olvidado al juez inglés que absolvió a un millonario de un delito de violación porque le creyó cuando dijo que había tropezado y caído sobre la demandante, a la que había penetrado accidentalmente? 

   Y es que así es nuestra cultura. Y gran parte de la culpa, mal que nos pese, es nuestra, de las mujeres que todavía disculpamos algunas conductas machistas como si fueran bromas.

   Todavía recuerdo su llamada hace varios años. Me preguntó si en las revisiones de la mutua de nuestro trabajo, alguna vez había ido a hacerme pruebas ginecológicas a una determinada clínica. Le contesté que no, que las revisiones ginecológicas me las hacía con mi médico de siempre. Entonces, llorando, me dijo que acababa de llegar de hacerse la mamografía y la ecografía, y que la habían manoseado y sobado. Que el hombre que la había atendido la había tocado de una forma de lo más inapropiada al hacerle la mamografía; pero cuando la limpiaba el gel de la ecografía, había sido todavía peor. Que le había dicho que no hacía falta que lo hiciera él, que se lo podía quitar ella, pero que él había seguido como si no la hubiera oído. Le dije que le denunciara y me dijo que no; que no estaba dispuesta a tener que contar todo otra vez para que terminaran diciéndole que era una exagerada y que no había pasado nada.

   Después de tranquilizarla, se lo comenté a mis compañeras y me dijeron que sí lo sabían. Que había muchas quejas en la mutua porque era algo habitual, pero que el hombre en cuestión era el dueño de la clínica y que nadie hacía nada. Volví a llamar a mi amiga para que lo supiera y se sintiera más comprendida, y para aconsejarla que también ella pusiera una queja.

   Años más tarde, hablando con otras personas, me aseguraron que las quejas habían sido tantas, que la mutua amenazó a la clínica con anular el concierto si no hacían algo. Como este hombre era ya mayor, le cedió el negocio a su hijo y a él le "jubilaron".......de palabra, porque de hecho, seguía estando allí. A mí, esto me pareció indignante, pero a la mayoría de mis compañeras les parecía que habían exagerado, y que si el hombre se sentía feliz sobando aquí y allá, pues que tampoco pasaba nada. De hecho, contaron que también hay un fisio que tiene una mano de lo más ligerita, pero que oye, era bueno en su trabajo y sí así se quedaba más a gustito........

   Sí, creedlo, unas mujeres tomándose a broma que si vas a una clínica a hacerte unas pruebas o a un fisio a solucionar un problema y se propasan......tampoco pasa nada. ¿Ah, no?¿Y cuándo empieza a pasar algo?¿Cuándo se supone que podemos sentirnos violadas o, como dice la sentencia de la semana pasada, "abusadas"?

   Hace un par de años, por una lesión laboral, me derivaron a una clínica para hacerme una ecografía. Cuando vi aparecer a un hombre decrépito reptando por el pasillo, caí en la cuenta de que estaba en la famosa clínica. Debo reconocer que conmigo fue de lo más agradable y profesional......aunque claro, la ecografía que tenía que hacerme era del codo.

   En fin, que quizás ya va siendo hora de que seamos nosotras las primeras en no hacer gracias y bromas de conductas que no deberíamos permitir que ocurran bajo ningún concepto, porque como dice la canción de Aitana War: yo decido cuándo, dónde y con quién.


Texto Ana María Blanco Estébanez
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