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Este fin de semana, la mayoría de los guasas que me han mandado eran chistes sobre los piropos.
Según parece, por fin las mujeres nos vamos a librar de esa lacra social que nos humilla y atenta contra nuestra libertad........Ya, bueno, por si no lo habéis notado, estoy utilizando mi tono irónico-sarcástico 😏
A ver, está claro que no es lo mismo un piropo que un acoso y, en lo que a éste último se refiere, no creo que haga falta decir nada.
Pero eso de que te digan algo bonito y denuncies......no sé, no lo entiendo. Además, se me plantea una duda: ¿sólo se puede denunciar a los hombres? Si el piropo lo lanza una mujer, ¿también podemos denunciar?
Recuerdo que cuando era adolescente, llegué a cruzarme de acera cuando me acercaba a una obra. Con lo tímida que era, lo pasaba fatal cuando me decían algo. Procuraba ir lo más desapercibida posible; aunque, la verdad, intentar disimular mis curvas sin parecer una mesa camilla o una ursulina, era tarea muy muy difícil 😅
En fin, que además de ir bastante tapadita, no evitaba los piropos del gremio de la construcción o el transporte.
Y entonces, una tarde de compras, una amiga me convenció para probarme un vestido como el que ella se quería comprar. A simple vista me pareció precioso, pero impensable que me quedara bien y, mucho menos, que me fuera a atrever a llevarlo. No sé quién se sorprendió más del resultado, pero el caso es que ella salió de la tienda con el vestido en negro........y yo no me atreví a comprármelo por dos razones: ¿qué diría mi madre al verme con tan poca ropa? Y, lo que más me preocupaba.....¿cómo iba a salir a la calle vestida así y aguantar todo lo que iban a decirme?
El primer problema se resolvió en cuanto mi madre me vio con el vestido puesto. Esta mujer nunca dejará de sorprenderme: que me lo comprara sin ninguna duda, que no me planteara el no hacerlo y que ya era hora de que me pusiera algo más atrevido.
El segundo problema.....bueno, fue más complicado. Reconozco que las primeras veces que me lo puse tenía la sensación de que todo el mundo me miraba. Pero, otra vez mis amigas, me dijeron que no era para tanto y que me parara a escuchar lo que me decían. Lo hice........y no dejé de reírme. Lo cierto es que la mayoría de los piropos son bonitos y, algunos, muy divertidos. Desde ese día nunca más me crucé de acera al llegar a una obra o una parada de taxis.
No he podido olvidar ese minivestido verde de manga larga, muy ceñido y con pedazo escote que cambió la percepción que tenía de mi cuerpo 😊
Este verano tengo dos fans. Uno es un barrendero muy educado que llega a cruzarse de acera para darme los buenos días, si cuando llego está barriendo la acera de enfrente. Desde hace una semana, además, me dice lo guapa que estoy, a lo que le respondo con un gracias y la mejor de mis sonrisas.
El segundo es el que yo llamo el trío de la construcción, por su aspecto, porque lo cierto es que no tengo ni idea de a qué se dedican. Están tomando café y fumando un cigarrillo en la terraza de uno de los bares cerca de mi trabajo y, también me dan los buenos días y me dicen lo guapa que estoy.
A ver, en serio......¿alguien cree que debería denunciar? Por favor, tengo más de 50 años y me hacen llegar al curro a las 7:30 de la mañana con una enorme sonrisa en mi somnolienta cara 😂
Y sí, me he sentido acosada alguna vez, pero nunca por un piropo. Por supuesto que, a veces, puede ser ofensivo. Pero una burrada muy gorda tiene que ser para que al final no me termine riendo. Recuerdo que el año pasado me dijeron que me querían hacer un pijama de saliva. Sí, completamente repulsivo. Pero en cuanto se me pasó el asco, solté una enorme carcajada. En fin, repugnante sí era, pero anda que no echó imaginación el hombre😄
Texto Ana María Blanco Estébanez
Todos los derechos reservados
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