lunes, 3 de febrero de 2020

Óscar



   Hola, mi amor.

   Déjame llamarte así una vez más. Ni siquiera sé cómo ni por dónde empezar. Sabes que he respetado tus deseos de no vernos ni hablar, y comunicarnos sólo a través de los abogados. No te culpo y, en cierto modo, te lo agradezco porque no sé si podría mirarte a la cara.

   Intentar pedirte perdón me parece tan poco para lo que te hice. Sólo puedo decirte que, de tener la oportunidad de volver atrás, haría todo de forma diferente. Para empezar, nunca permitiría que me alejaras de tu lado como lo hiciste No creas que te culpo, pero estoy seguro de que si no me hubieras apartado durante las semanas que duró el juicio, las cosas no habrían terminado así. Lo teníamos todo y, supongo, nadie puede ser tan feliz para siempre. No sabes lo solo, triste y decepcionado que me sentí entonces. No es una justificación; trato de explicarte y de explicarme a mí mismo, cómo pudo acercarse tanto a mí como para convencerme de eras culpable de algo que, conociéndote como te conocía, sabía que era imposible que hubieras hecho. De ahí a llegar a pensar que era la tabla de salvación para mí y para los niños sólo había que dar un paso muy cortito.

   Cuando te llegue esta carta a través de mi abogado, yo ya habré vuelto a Cangas. Mi rendimiento en la asesoría era cada vez más bajo, así que Jaime y yo llegamos a la conclusión de que es mejor que me vaya. Verás que hay un cheque en el sobre: me ha comprado mi parte y te devuelvo lo que me  prestaste cuando empezamos, junto con unos intereses que nunca serán suficientes para compensarte por todo.

   Mi padre ya está muy mayor para llevar el bazar, así que me haré cargo yo. Un poco paradójico ¿no?: huí de allí porque no quería verme obligado a seguir con el negocio familiar y, al final, va a ser el refugio al que volver.

   Sé que es un viaje muy largo para que los niños vengan a pasar sólo un fin de semana, así que no te pediré que me los envíes. Siempre que pueda me acercaré a verlos, en espera de las vacaciones que puedan disfrutar con el abuelo y conmigo.

   Y eso es todo. Sólo desearte que el destino te tenga reservado un futuro lleno de tanta felicidad como la que una vez tuvimos los dos.


   Óscar



Texto Ana María Blanco Estébanez
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