viernes, 22 de marzo de 2019

Ellas, él y el maldito ramo de rosas





   Era casi la hora de la clase de inglés, así que cuando sonó el timbre pulsó el botón del telefonillo sin preguntar quién era y abrió la puerta, como hacía siempre.

   -¡Lía!-gritó desde la entrada.-Prepárate que Ana ya está aquí.

   Iba camino de la cocina cuando otro timbre la detuvo.

   -¡Está abierto!-volvió a gritar.-Pasa.

   Pero el sonido de campanillas se repitió. Se dirigió a la puerta y, al abrirla, un espectacular ramo de rosas rojas con piernas preguntó:

   -¿Margarita Sánchez?

   -Soy yo-respondió, mientras intentaba sujetar aquellas flores tan bonitas que se le echaron encima de repente.

   -Firme aquí, por favor-le dijo un chavalillo de veintipocos años al que, por fin, pudo ver.

   -Pero, ¿son para mí?¿De quién?-preguntó cada vez más sorprendida.

   -Si usted es Margarita Sánchez y éste es su domicilio, entones son para usted.-Se notaba que estaba acostumbrado a responder siempre la misma pregunta.-Y, en cuanto a quién se lo manda, en el ramo hay una tarjeta.

   Cerró la puerta después de darle las gracias al repartidor y se dirigió al salón para dejar sobre la mesa el precioso jarrón de cristal en el que venían las rosas. Rebuscó entre ellas y enseguida encontró el sobrecito que contenía la tarjeta. 

   PARA MI FLOR FAVORITA. 
   CON TODO MI AMOR
   J.

   El timbre volvió a sonar y se guardó la tarjeta en el bolsillo del vaquero. Repitió la misma acción que antes: pulsó el botón del telefonillo, abrió la puerta y le recordó a su hija que su profesora estaba llegando.

   Esta vez sí era ella. Cogió el jarrón para colocarlo en el mueble de la entrada, así que casi chocaron.

   -Vaya ramo más bonito-dijo Ana con una sonrisa. 

   -Me lo ha mandado mi marido.

   -Anda, ¿es tu cumpleaños?

   -Que va.

   -¿Tu aniversario?

   -Tampoco. No es ninguna fecha destacada.

   -Ale, tienes un marido detallista. ¡Qué suerte!-dijo con tonillo de envidia.

   -Para nada. Es la primera vez que hace algo así.

   Se cruzaron sus miradas. Ana pudo ver la inquietud que apareció de repente en la de Marga. "Seré metepatas", pensó.

   -Bueno, a lo mejor empieza a serlo hoy.-Fue lo único que se le ocurrió decir y le sonó tan falso que se arrepintió inmediatamente de haberlo soltado.

   En ese momento, apareció Lía.

   -Vamos, que tengo mucho que hacer. ¡Ostras, mami!¿Y este ramo de rosas?

   -Iros a la habitación a dar la clase.-Su voz sonó más brusca de lo que le hubiera gustado.

   Cogió el jarrón y se fue hacia la cocina. ¿Cómo podía ser tan idiota? Estaba claro: semanas sin venir a comer con la disculpa de las nuevas instalaciones, y vacaciones sin fecha porque nunca era el momento. Ni recordaba cuándo fue la última vez que hicieron una escapada de fin de semana como las que solían hacer todos los meses. ¿Y el dinero que sacó de la cuenta la semana anterior y que le dijo que era para los nuevos ordenadores de la oficina?. Y ahora le mandaba un espectacular ramo de rosas......¿acaso creía que era estúpida?

   Justo cuando se sentaban a la mesa para empezar a repasar sus dudas antes de su examen final, un estruendo de cristales rotos les llegó desde la cocina y Lía salió disparada para ver qué había pasado. Volvió un par de minutos más tarde, seguida de su madre que venía a despedirse.

   -Tengo que salir y tardaré en volver, así que ya no nos veremos. Pasa un verano estupendo y ojalá que te vaya todo estupendamente en tu trabajo nuevo. Si alguna vez necesitas algo, ya sabes dónde encontrarnos.

   Siempre le daba pena despedirse de sus alumnos cuando ya no iba a volver a darles clase. A la mayoría les había visto crecer porque empezaba a ayudarles a los 7 u 8 años y, salvo alguna excepción, les acompañaba hasta que llegaban a la Universidad.

   -Ahora que se ha ido, tengo que contarte un secreto-le dijo Lía después de que Marga se fuera.-¿Has visto el ramo que le ha regalado mi padre? Es sólo la primera sorpresa de hoy. Es una pena que se le haya caído a mamá. Después de clase, intentaré recuperar las rosas y las colocaré por todas partes. Esta noche, se van a cenar a su restaurante favorito, pero ella no lo sabe. ¿Recuerdas lo ocupado que ha estado los últimos meses con la fábrica nueva y buscar el inversor que necesitaban para poder competir en el extranjero? Pues la semana pasada lo consiguieron. Me lo contó y me hizo prometerle que no le contaría nada a mamá. Quiere celebrarlo con ella de una forma especial. Después de la cena le dará la mejor noticia de todas: ya sabes que el mes que viene lo paso en Irlanda para mejorar mi inglés, aprovechando que este año no nos vamos a ninguna parte. Pues ellos sí se van. Papá lleva a mamá a California y a Hawaii; dos semanas en cada sitio. Siempre ha querido ir y dice que así será como una segunda Luna de Miel. ¿No te parece romántico?

   -Mucho.-Fue lo único que pudo responder, mientras pensaba que no quería estar en el pellejo de ese pobre marido cuando llegara a casa esa tarde, tan emocionado y contento. Sabía que todo iba a ir bien, pero el recibimiento que iba a tener no se lo imaginaría ni en la peor de sus pesadillas.  Y se prometió que la próxima vez que alguien le enseñara un ramo de flores recién enviado, se limitaría a decir lo bonito que le parecía y nunca volvería a preguntar cuál era la causa del envío.

  

   
Texto Ana María Blanco Estébanez
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