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Tenía yo unos 15 ó 16 años y volvía del colegio con mi hermana, cuando, de repente me quedé sorda del oído derecho. Que ¿cómo fue? Muy doloroso: había unos chavales jugando con petardos; dejaron uno en la ventana de un edificio, y fue a estallar justo cuando nosotras pasábamos por allí. Al ser yo la que iba más cerca de la fachada, fui la más afectada. En el momento de la explosión, perdí completamente la audición, aunque a los pocos minutos parecía que la había recuperado. Sin embargo, desde entonces, apenas volví a oír por ese oído. Y eso que hace un año, por fin, me decidí a operarme para ver si lo recuperaba. Pero, nada: tengo dañado el oído interno, así que todo fue en vano 😢
A partir de ese momento, como es lógico, cuando veo a alguien manipulando alguno de esos artefactos, mis sentimientos van del terror al cabreo más absoluto.Creo que la gente no es consciente de lo peligrosos que son; no sólo para quienes los usan, sino también para los que pasan por allí. Porque mi caso no es el único; en mi círculo cercano, además de mi oído, una vecina perdió un ojo y, la amiga de otra, un pie. Todas fuimos víctimas inocentes.
Lo más curioso de todo es que, cuando se comenta, la gente piensa que los petardos están prohibidos, por lo que nadie entiende cómo pueden venderse en los mercadillos navideños ni que las empresas pirotécnicas metan publicidad en los buzones.
Hace un par de semanas, tuve acceso a la normativa del Ayuntamiento al respecto. En ella se dice que su uso está prohibido sin permiso municipal, y se establecen las multas que se podrán poner. Además, se dan una serie de normas de uso correcto. En fin, que su lectura no pudo dejarme más.....plof. Todos sabemos que esas normas no se cumplen nunca, igual que sabemos que las multas no se ponen; en parte, porque es casi imposible pillar a la gente in fraganti.
Por ejemplo, las normas de la edad: se establece que los menores de 12 años no pueden usar petardos de ningún tipo.......y todos hemos visto a críos mucho más pequeños jugando con ellos. Muchas veces con el beneplácito de sus padres, que son quienes se los compran.
Por no hablar de la norma que dice que hay que alejarse lo más rápidamente posible antes de que estallen, para no resultar heridos. Ya.....lógico ¿no? Pero ¿qué hay de la gente que pasa por allí y que no sabe que hay un petardo a punto de estallar?¿Qué hay de los problemas que el ruido y el humo causan en la gente enferma?
Lo cierto es que no deja de ser muy contradictorio que no se prohíba su venta y publicidad....y sí su uso. Según parece, si se ve a alguien tirando petardos en la calle, se le puede denunciar; aunque ya me imagino que mientras se llama a la policía y vienen, los autores de la explosión han desaparecido. Por no hablar de lo que ocurre en Nochevieja: como hay tanto zumbado tirando petardos, bombas, tracas y cohetes, las autoridades han decidido hacer como que no pasa nada.
La verdad es que durante muchos años me he sentido como un bicho raro quejándome de que se permita su venta y uso libremente; pero en los últimos tiempos, gracias, principalmente, a las redes sociales, he comprobado que cada vez somos más los que pensamos abiertamente que deberían estar prohibidos. Es curioso que la gente empiece a preocuparse por lo que sufren nuestras mascotas por su culpa, cuando somos nosotros los primeros afectados. Pero, en fin, si apelando a su bienestar conseguimos el nuestro......me apunto a cualquier iniciativa orientada a prohibirlos totalmente o, en el caso de que los descerebrados que no consideran posible divertirse sin ellos quieran seguir arriesgando su salud y la de los demás, se acondicionen lugares en las ciudades, apartados de las zonas habitadas, donde puedan ir a quedarse sordos, ciegos o mutilados 😊
Texto Ana María Blanco Estébanez
Todos los derechos reservados
A partir de ese momento, como es lógico, cuando veo a alguien manipulando alguno de esos artefactos, mis sentimientos van del terror al cabreo más absoluto.Creo que la gente no es consciente de lo peligrosos que son; no sólo para quienes los usan, sino también para los que pasan por allí. Porque mi caso no es el único; en mi círculo cercano, además de mi oído, una vecina perdió un ojo y, la amiga de otra, un pie. Todas fuimos víctimas inocentes.
Lo más curioso de todo es que, cuando se comenta, la gente piensa que los petardos están prohibidos, por lo que nadie entiende cómo pueden venderse en los mercadillos navideños ni que las empresas pirotécnicas metan publicidad en los buzones.
Hace un par de semanas, tuve acceso a la normativa del Ayuntamiento al respecto. En ella se dice que su uso está prohibido sin permiso municipal, y se establecen las multas que se podrán poner. Además, se dan una serie de normas de uso correcto. En fin, que su lectura no pudo dejarme más.....plof. Todos sabemos que esas normas no se cumplen nunca, igual que sabemos que las multas no se ponen; en parte, porque es casi imposible pillar a la gente in fraganti.
Por ejemplo, las normas de la edad: se establece que los menores de 12 años no pueden usar petardos de ningún tipo.......y todos hemos visto a críos mucho más pequeños jugando con ellos. Muchas veces con el beneplácito de sus padres, que son quienes se los compran.
Por no hablar de la norma que dice que hay que alejarse lo más rápidamente posible antes de que estallen, para no resultar heridos. Ya.....lógico ¿no? Pero ¿qué hay de la gente que pasa por allí y que no sabe que hay un petardo a punto de estallar?¿Qué hay de los problemas que el ruido y el humo causan en la gente enferma?
Lo cierto es que no deja de ser muy contradictorio que no se prohíba su venta y publicidad....y sí su uso. Según parece, si se ve a alguien tirando petardos en la calle, se le puede denunciar; aunque ya me imagino que mientras se llama a la policía y vienen, los autores de la explosión han desaparecido. Por no hablar de lo que ocurre en Nochevieja: como hay tanto zumbado tirando petardos, bombas, tracas y cohetes, las autoridades han decidido hacer como que no pasa nada.
La verdad es que durante muchos años me he sentido como un bicho raro quejándome de que se permita su venta y uso libremente; pero en los últimos tiempos, gracias, principalmente, a las redes sociales, he comprobado que cada vez somos más los que pensamos abiertamente que deberían estar prohibidos. Es curioso que la gente empiece a preocuparse por lo que sufren nuestras mascotas por su culpa, cuando somos nosotros los primeros afectados. Pero, en fin, si apelando a su bienestar conseguimos el nuestro......me apunto a cualquier iniciativa orientada a prohibirlos totalmente o, en el caso de que los descerebrados que no consideran posible divertirse sin ellos quieran seguir arriesgando su salud y la de los demás, se acondicionen lugares en las ciudades, apartados de las zonas habitadas, donde puedan ir a quedarse sordos, ciegos o mutilados 😊
Texto Ana María Blanco Estébanez
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