martes, 18 de diciembre de 2018

YO Y.......TODAS


   Ayer tocaba comida navideña con las amigas del trabajo. Empezábamos con el café y el postre cuando se fue la luz en todo el edificio, así que tuvimos que terminar de comer con las luces de emergencia y la claridad que todavía entraba a través de los ventanales.

   Fue al volver al despacho, cuando nos enteramos de que justo en el momento en el que cortaron la luz para hacer unos arreglos en el sistema, estaban dando la noticia que casi todas imaginábamos, aunque no deseáramos, de que habían encontrado el cuerpo de una mujer; de otra de nosotras.

   Porque todas volvimos a ser Laura, igual que habíamos sido Marta o Diana o......tantas otras que una ya pierde la cuenta. A los que les gusta numerar sabrán las cifras. Para nosotras una ya es mucho. Para nosotras, una es más miedo, más rabia, más impotencia.

   Porque además no podemos quejarnos de que esta sociedad machista siga manteniendo una justicia en la que un hombre tiene más derechos que una mujer. Una justicia en la que una mujer es la juzgada incluso cuando es la víctima.

   Porque ya sabemos todos que hay que empezar educando y que, es evidente, algo falla en la forma de hacerlo cuando nuestras jóvenes son asesinadas, violadas y maltratadas. Aunque, la verdad, no me extraña: mientras intentamos explicar lo importante que es el respeto, hay televisiones que ponen por tercera vez (que yo recuerde) este año una película como El Gran McLintok, en la que John Wayne y su hijo Patrick cogen un atizador de chimenea para azotar a Maureen O'Hara y a Stephanie Powers ante las risas, ánimos y aplausos de sus familiares y amigos. Y sí, ya sé que era otra época, pero me horrorizó cuando la vi......y sigo sin palabras cada vez que lo recuerdo.


   Porque la verdad es que incluso cuando los hombres gritan que están en contra del maltrato contra las mujeres, resulta que la boca se les hace muy chiquita si se trata de pedir la cadena perpetua contra violadores y asesinos.......todos hombres, claro.

   Porque no hay que legislar en caliente, dicen. Y esta noche no he pegado ojo después de tratar el tema con alguno de mis amigos, ya que ninguno supo darme respuesta a la pregunta que les hice: si todos los días somos maltratadas, violadas, asesinadas.......¿qué día es bueno para hacerlo? 

   Porque yo, ya hace tiempo que, con este tema, siempre estoy caliente, cada vez más, me atrevería a decir. Sobre todo temiendo que mañana tenga que ser Clara, Irene, Lucía, María, Carla, Paula, Celia, Natalia........y que si alguna tiene la suerte de sobrevivir, me pregunte: ¿por qué?

   Porque no sabría explicarles que, a pesar de haber conseguido muchas cosas, hay una que todavía no hemos logrado: que la libertad de un violador y/o asesino siga siendo más valiosa que la libertad y la vida de una mujer.



Texto Ana María Blanco Estébanez
Todos los derechos reservados

lunes, 19 de noviembre de 2018

Ella, él y el cochinillo de Segovia


   -Mañana no trabajas ni tienes niños, ¿verdad?

   -No. Estoy libre.

   -Dime que por ahí tenéis sol, please-le rogó ella.

   -Of course. Un radiante y cálido sol invernal. ¿Por?

   - Porque llevamos una típica semana pucelana de niebla como hacía años que no teníamos. Ni sé cuándo fue la última vez que vi un rayito de sol......y he pensado en coger un bus mañana y pasar el día contigo. Si te viene bien, claro.

   -¡Vente! No lo dudes más-exclamó entusiasmado.

   Se conocieron 14 años atrás cuando coincidieron poco más de un mes en el trabajo. Después, excepto un breve encuentro en un centro comercial, no habían vuelto a verse nunca.

   Hacía 8 meses que, mientras ella pasaba sus vacaciones en casa atiborrándose de antibióticos para curar una infección, una sugerencia de amistad en el Facebook, le llevó a recordar a aquel tipo divertido que le hizo reír cada día que trabajó con él tanto tiempo atrás. Después de dudarlo, porque no estaba segura de que se acordara de ella, le mandó un mensaje, que él respondió unas horas más tarde. Por supuesto que sabía quién era. ¿Cómo olvidar a la tía más sexi con la que había trabajado? Bueno, para ser sincero......nunca había olvidado a ninguna de las tías sexis con las que había trabajado.

   Pasaron horas poniéndose al día y hablando de.......todo. Porque cada vez que sacaban un tema, la conexión era increíble. Él nunca supo lo acojonada que ella estuvo durante aquella primera semana. No había conectado así con nadie y, después de sus desastrosas relaciones, le aterraba la idea de haber encontrado a alguien con el que coincidía en todo. Hasta que él empezó a ponérselo muy fácil: no quería volver a tener una relación. Sólo le interesaba el sexo. Si bien le hacía gracia que a su edad todavía siguieran viéndola como un apetitoso trozo de carne que degustar de vez en cuando, el sexo y sólo sexo, esporádico y sin ningún tipo de implicación que le ofrecía......no entraba en sus planes. Además, aunque compartía la mayoría de sus ideas, la forma tan apabullante que tenía de expresarlas, conseguía sacarla de quicio. "Tío, eres como una estampida de elefantes en medio de la sabana: o salgo corriendo o me aplastas", solía decirle entre risas.

   Tras el año más horrible de su vida, ella fue como esa brisa de aire fresco de la que todo el mundo habla alguna vez. Y, por primera vez en meses, volvía a reír. Porque no podía evitarlo, para una mente cuadriculada y científica como la suya, que rebatiera sus intentos de demostración a base de datos y más datos con un simple "porque no", le hacía soltar una enorme carcajada. Había pasado meses intentando que le viera como algo más que un amigo, sin darse cuenta de que cuanto más lo intentaba, más conseguía alejarla.

   Cuando el autobús entraba en la estación, sonó su teléfono.

   -Llego tarde. Lo siento, pero la carretera está en obras y hay un atasco infernal. Mejor quedamos en el Acueducto.

   -No te preocupes. Así aprovecho para callejear, que ya sabes que me encanta.

   Cuando se encontraron, casi era la hora de comer. Ella le dijo que le apetecía, como no podía ser de otro modo, cochinillo; así que ahí estaban ellos, delante de una ensalada y uno de los manjares más sabrosos que un humano puede degustar. 

   No podía quitarle la vista de encima. No recordaba cuándo fue la última vez que había visto a alguien disfrutar así del asado más típico de su ciudad. 

   -Pues sí que tenías ganas-le dijo, riéndose.

   -Es que nosotros somos más de lechazo-balbuceó ella con un tierno y crujiente pedazo en su boca.

   Sintió que se le paraba el corazón. No recordaba la última vez que deseó tanto besar a alguien.

   Ella vio su mirada e intentó contenerse......pero aquello estaba delicioso e iba a chuparse los dedos, literalmente. No importaba si pensaba que era una tragona maleducada.

   Fue una tarde de confidencias, de ésas que no se hacen chateando sino mirando a los ojos, y de paseos, disfrutando del sol y de los monumentos de una de las ciudades más bonitas del mundo. Terminó agotada de subir y bajar el tontódromo (¿o era bobódromo?), pero pasó un día perfecto.

   -Te toca devolverme la visita-le dijo cuando llegaron a la estación para coger el autobús de vuelta.

   -Claro que sí-dijo él. Y le dio un beso en la mejilla.

   Ella odiaba viajar. Siempre se ponía histérica antes de salir. Y esta vez no fue diferente. Estaba tan nerviosa, que no se dio cuenta de que se había ido sin despedirse.

   Ha pasado un año. No han vuelto a verse. Mantienen el contacto a duras penas.

   Mucho trabajo, problemones familiares, nueva gente, nuevas ilusiones le habían servido de excusa para cumplir la promesa que se hizo a sí mismo aquel día en la estación, cuando se sintió incapaz de despedirse de ella: nunca más volvería a verla.

   Su vida seguía siendo tan caótica como siempre, pero estaba aprendiendo a disfrutar de ese caos. Estuvo esperando su visita durante meses, hasta que se dio cuenta de que no vendría. Intentó mantener el contacto, aunque cada vez costaba más saber de él. Se dio cuenta de que si no quería ser sólo su amigo, ella no podía obligarle. Pero le echaba de menos. No pudo evitar llamarle llorando como una magdalena el día que, por fin, vio Cinema Paradiso, porque sólo él sabía lo que sentía. Y después......le dejó ir.

   Él no ha vuelto a llevar a nadie a comer cochinillo.....todavía.

   Ella sí ha vuelto a comerlo, pero esta vez no fue en Segovia y usó cuchillo y tenedor.





Texto Ana María Blanco Estébanez
Todos los derechos reservados

   

miércoles, 14 de noviembre de 2018

El chocolate con churros de El Castillo

Chocolate con churros. Foto de Ana María Blanco Estébanez
  
  Nunca entendería cómo hay gente que odia celebrar su cumpleaños, y hasta se enfada cuando les felicitas. A ella siempre le pareció una ocasión para comer, beber y, sobre todo, pasarse varias semanas quedando con su gente. Esas personas que, aunque sólo ve un par de veces al año, sabe que están ahí para lo que sea. Y sí, tenía muy en cuenta quién se acordaba de llamar o mandar un mensaje, porque, más allá de la felicitación en sí, esos detalles suponían saber que había amigos que, aun en la distancia, seguían pensando en ella, aunque sólo fuera ese día especial. Y no, no podía evitar sentir un pinchacito en su corazón cuando, al acabar el día y hacer recuento, veía que faltaba alguien. Esa ausencia le provocaba un doloroso vacío que no había sabido superar a pesar de repetirse un año tras otro.

   Esta vez tampoco había sido una excepción: alguien a quien quería había evitado felicitarla. No había sido un olvido. Estaba segura. Durante todo el año se había ido mostrando cada vez más esquivo. Creía saber la razón, pero, como trataba de explicar a sus amigas, no podía entender que se comportara como un niñato inmaduro.

   Porque ahí estaba ella, en su celebración favorita. Si algo positivo tenía cumplir años en invierno era este día; lo que ellas llamaban la clausura oficial de la operación bikini. Se reunían las cuatro alrededor de una mesa de El Castillo, con sus tazas de chocolate y un enorme plato lleno de churros,  esperando a ver quién era la primera en coger uno.

   Esta vez había tocado un día triste; un día nublado y llorón en el que el sol no se dignó a salir ni un momentito. Pero, como siempre, era una tarde de risas. Ya lo dice el refrán: A mal tiempo, buena cara. Y si se juntan buenas amigas y una deliciosa merienda, la alegría está asegurada.

   -Pero, niña.....¿todavía te sorprende que los hombres se comporten como niñatos inmaduros?- dijo Mamen. 30 años casada. La voz de la experiencia, cómo solía decir. 

   -Si ya lo veías venir. No sé por qué te extraña. Son unos impresentables que sólo muestran interés cuando quieren algo y, si no lo consiguen, pasan y a por otro objetivo-añadió Rita. 10 años divorciada y varios encontronazos, como ella los definía, con hombres bastante impresentables, habían conseguido que su visión sobre "esos animalillos", como solía llamarlos, fuera bastante negativa.

   -No le hagas caso. Algún día tropezarás con el adecuado y verás-señaló con su mejor sonrisa Merche. Ella había tenido suerte. Tras un divorcio nada conflictivo y un reparto de custodia en absoluto problemático, tuvo su "tropezón" con el hombre perfecto, que hacía que, después de más de 3 años de relación, parecieran unos quinceañeros.-Torres más altas han caído-soltó con una carcajada.
  
   -Puede que más altas.....pero no tan firmes-le respondió Elisa, entre risas.-Que no chicas, que ya sabéis que estoy genial así. Además, viendo cómo está el mercado.......ni siquiera me veo tentada a dejarme caer. Y ahora, haced el favor de empezar con los churros que se nos enfría el chocolate.

   Hay cosas de Valladolid conocidas en el mundo mundial. Y hay otras sólo conocidas para algunos privilegiados. Si no dejaba que ninguna de sus visitas se fuera sin ver los monumentos imprescindibles, había tres cosas que mostraba a los más especiales: un paseo por el coso viejo, que dejaba alucinados a todos, una comida en La Parrilla de San Lorenzo (toda una experiencia no sólo culinaria, que dejaba sin palabras incluso a los más exigentes) y un chocolate con churros en El Castillo, que hacía exclamar que, sin ninguna duda, era el mejor que habían probado en su vida.

   -A ver, cómo esperáis que quiera estar con alguien, con los tíos tan raros con los que me encuentro-les recordó mientras terminaba de masticar un trozo de churro.-¿Os acordáis de "el pelucas"?

   Y entonces era cuando empezaban a recordar historias entre carcajadas que terminaban provocando lágrimas y, por supuesto, saboreando churros cubiertos de chocolate.

   ¿Cómo puede haber gente a la que no le guste celebrar su cumpleaños?





Foto y texto Ana María Blanco Estébanez 
Todos los derechos reservados




martes, 7 de agosto de 2018

Limones y sal




   Como  Ariana Grande, ella tampoco tenía más lágrimas.

   Se obligó a sonreír delante del espejo. En los tutoriales de Youtube sobre cómo maquillarse, decían que el colorete debía aplicarse en la "manzanita" que sobresalía en la cara cuando sonreímos; y quería estar lo mejor posible cuando quedara con su amiga. Faltaba menos de media hora para la cita y necesitaba paliar los estragos que el llanto y la falta de sueño habían dejado en su rostro.

   Menudo papelón tenía por delante: sus amigos estaban pasando por la enésima crisis matrimonial de los últimos cuatro años.......y cada vez era peor. No podía entender cómo dos personas tan buenas, generosas y, sobre todo, enamoradas, podían llegar a hacerse tanto daño.

   Mientras seguía retocándose, no podía dejar de pensar en él y su última cita. Tenía que haberse dado cuenta de que algo iba mal cuando vio que no sonreía, pero supuso que estaba cansado.......hasta que le oyó decir:

   -Entre tú y yo hay algo muy especial, pero.......

   No podía creerlo.

   -......he conocido a otra persona.

   No, por favor. Otra vez no. No podía ser cierto. Exactamente la misma frase de siempre. Ésa que había oído por última vez hacía seis años y que le hizo prometerse que nunca más volvería a ilusionarse con un hombre.

   Y lo había cumplido durante cinco años. Tampoco le había costado mucho, la verdad, porque apenas había conocido alguno que valiera la pena.

   Hasta que un año atrás su mirada y su sonrisa se cruzaron en su camino. Y se resistió. ¡Vaya si lo hizo! Tardó meses en darle su número de teléfono y en empezar a quedar con él. Incluso entonces se decía a sí misma que era sólo un amigo y que no le interesaba más allá de esos momentos de cafés y risas que compartían de vez en cuando.

   Pero esa sonrisa y esa mirada habían podido con sus defensas. 

   La verdad es que, debido a sus experiencias anteriores, nunca tuvo mucha confianza en que durara. Por lo menos, esta vez, había tenido el suficiente sentido común como para no contárselo a nadie. En caso contrario, ahora le tocaría tener que explicar una vez más lo de siempre.......que la habían dejado por otra. Y, una vez más, tendría que escuchar los intentos de ánimo de todo tipo que tus amigos dicen cuando quieren consolarte......y que, excepto por el cariño que desprenden, no consiguen que dejes de sentir que el mundo se hunde a tu alrededor. Porque así se sentía ella ahora. Sabía que se terminaría pasando, pero no tenía ganas de volver a oír que "si la vida te da limones, haz limonada". Para eso hace falta azúcar, pero a ella, la vida, sólo le había dado limones y sal; y con esos ingredientes, todavía no había logrado averiguar qué podía hacer.

   Bueno, pues ya estaba lista. Un vestido bonito y un poco de maquillaje siempre hacen maravillas; y si además es verano....

   -En verano todas las mujeres estamos más guapas-le había dicho hacía un par de meses.

   Ya era la hora. Le tocaba intentar animar a su amiga......o abofetearla mientras intentaba explicarle cuánto envidiaba lo que tenían y lo estúpido que le parecía que dos personas que habían compartido tantas cosas buenas y malas se empeñaran en destrozarse la una a la otra. No, por supuesto que no lo haría. Pondría su mejor sonrisa e intentaría que se riera.....o que llorara; lo que más necesitara. Porque para esto están las amigas: para recordarte que los momentos malos terminan pasando y, mientras llegan los buenos, siempre hay que encontrar la forma de hacer limonada.

   

Texto Ana María Blanco Estébanez
Todos los derechos reservados

miércoles, 25 de julio de 2018

Yo y los piropos

Imagen de Google
   Este fin de semana, la mayoría de los guasas que me han mandado eran chistes sobre los piropos. 

   Según parece, por fin las mujeres nos vamos a librar de esa lacra social que nos humilla y atenta contra nuestra libertad........Ya, bueno, por si no lo habéis notado, estoy utilizando mi tono irónico-sarcástico 😏

   A ver, está claro que no es lo mismo un piropo que un acoso y, en lo que a éste último se refiere, no creo que haga falta decir nada.

   Pero eso de que te digan algo bonito y denuncies......no sé, no lo entiendo. Además, se me plantea una duda: ¿sólo se puede denunciar a los hombres? Si el piropo lo lanza una mujer, ¿también podemos denunciar?

   Recuerdo que cuando era adolescente, llegué a cruzarme de acera cuando me acercaba a una obra. Con lo tímida que era, lo pasaba fatal cuando me decían algo. Procuraba ir lo más desapercibida posible; aunque, la verdad, intentar disimular mis curvas sin parecer una mesa camilla o una ursulina, era tarea muy muy difícil 😅

   En fin, que además de ir bastante tapadita, no evitaba los piropos del gremio de la construcción o el transporte.

   Y entonces, una tarde de compras, una amiga me convenció para probarme un vestido como el que ella se quería comprar. A simple vista me pareció precioso, pero impensable que me quedara bien y, mucho menos, que me fuera a atrever a llevarlo. No sé quién se sorprendió más del resultado, pero el caso es que ella salió de la tienda con el vestido en negro........y yo no me atreví a comprármelo por dos razones: ¿qué diría mi madre al verme con tan poca ropa? Y, lo que más me preocupaba.....¿cómo iba a salir a la calle vestida así y aguantar todo lo que iban a decirme?

   El primer problema se resolvió en cuanto mi madre me vio con el vestido puesto. Esta mujer nunca dejará de sorprenderme: que me lo comprara sin ninguna duda, que no me planteara el no hacerlo y que ya era hora de que me pusiera algo más atrevido.

   El segundo problema.....bueno, fue más complicado. Reconozco que las primeras veces que me lo puse tenía la sensación de que todo el mundo me miraba. Pero, otra vez mis amigas, me dijeron que no era para tanto y que me parara a escuchar lo que me decían. Lo hice........y no dejé de reírme. Lo cierto es que la mayoría de los piropos son bonitos y, algunos, muy divertidos. Desde ese día nunca más me crucé de acera al llegar a una obra o una parada de taxis.

   No he podido olvidar ese minivestido verde de manga larga, muy ceñido y con pedazo escote que cambió la percepción que tenía de mi cuerpo 😊

   Este verano tengo dos fans. Uno es un barrendero muy educado que llega a cruzarse de acera para darme los buenos días, si cuando llego está barriendo la acera de enfrente. Desde hace una semana, además, me dice lo guapa que estoy, a lo que le respondo con un gracias y la mejor de mis sonrisas.

   El segundo es el que yo llamo el trío de la construcción, por su aspecto, porque lo cierto es que no tengo ni idea de a qué se dedican. Están tomando café y fumando un cigarrillo en la terraza de uno de los bares cerca de mi trabajo y, también me dan los buenos días y me dicen lo guapa que estoy.

   A ver, en serio......¿alguien cree que debería denunciar? Por favor, tengo más de 50 años y me hacen llegar al curro a las 7:30 de la mañana con una enorme sonrisa en mi somnolienta cara 😂

   Y sí, me he sentido acosada alguna vez, pero nunca por un piropo. Por supuesto que, a veces, puede ser ofensivo. Pero una burrada muy gorda tiene que ser para que al final no me termine riendo. Recuerdo que el año pasado me dijeron que me querían hacer un pijama de saliva. Sí, completamente repulsivo. Pero en cuanto se me pasó el asco, solté una enorme carcajada. En fin, repugnante sí era, pero anda que no echó imaginación el hombre😄


Texto Ana María Blanco Estébanez
Todos los derechos reservados

jueves, 7 de junio de 2018

YO Y LA POLÍTICA

Imagen de Google

   Que paso de la política y, más aún de los políticos, es algo que sabéis todos. Y no por falta de interés, sino por evitarme disgustos y malos ratos 😉.

    De hecho, en cuanto me picáis un poquito........ya no hay forma de parar mi verborrea 😁.

   Lo que más rabia me da es que no se puede opinar de unos sin que se te tilde de ser de los contrarios, cuando yo, por lo menos, me limito a decir lo que me parece de todos.......intentando ser lo más objetiva posible. Es decir, si algo me molesta del PP, eso mismo me va a molestar si lo hace el PSOE, Podemos, Ciudadanos......o cualquier otro grupo en el que estéis pensando.

   Que, de repente, me lance a escribir sobre ello, sin que me hayáis picado es porque llevo toda la mañana oyendo los análisis de los nuevos ministros de Pedro Sánchez y mi grado de indignación ha ido aumentando poco a poco. No se trata de la capacidad de ellos porque a la mayoría ni les conozco, así que habrá que esperar a ver cómo lo hacen antes de juzgarles. Aunque el hecho de oír las críticas que les ha llovido a alguno por parte de los proetarras y de los independentistas catalanes ya me hace pensar que muy malos no deben ser 😇.

   Ni pienso analizar que haya más ministerios, cuando se supone que estamos en plena etapa de austeridad, con lo que eso va a suponer de gasto en altos cargos y sus cohortes.

   Tampoco de que la mayoría sean mujeres porque, la verdad, ya sabéis lo que opino sobre el tema: lo que me importa es cómo lo hagan, sean mujeres u hombres. Vamos, que, en lo que a mí respecta, puede ser un gobierno entero de hombres o entero de mujeres; lo que valoro de verdad es que sean los mejores para esos puestos.

   Y ahí es donde se me plantea el único pero que, de entrada, le pongo al nuevo grupo gubernamental: ¿de verdad no había nadie mejor para el Ministerio de Cultura y Deporte que alguien que lleva años gritando a los cuatro vientos que odia el deporte y que no entiende cómo se puede enaltecer a alguien sólo por sudar? Me guardo mis opiniones personales sobre dichas palabras porque supongo que no será el único que piense así. Pero que a este señor le nombren Ministro de algo que odia y que tenga que representar a España en acontecimientos deportivos por todo el mundo, me parece incongruente, lamentable e incomprensible. Supongo que, por mucho que cambien los nombres y colores, el nivel de nuestra política sigue siendo.........para dejarnos sin palabras 😒.

   Por supuesto, ya sabéis que me cuesta callarme, así que no me he cansado de repetir que a mí, todo esto me recuerda a cierta ministra que hace años decía que Saramago era una gran pintora. Incomprensible también que no fuera cesada de inmediato.

   Pues resulta que no, que no tiene nada que ver una cosa con otra; eso llevo oyendo toda la mañana. Que no es comparable no conocer a un escritor reconocido mundialmente con que te pongan a gestionar algo que odias 😓.

   Y claro, todavía hay gente que no entiende cómo puedo evitar oír las noticias o leer los periódicos, y que lo único que escuche en la radio sea música. Será que mi cerebro es demasiado simple y no admite tanta basura y manipulación. 

   Así que, oye, sólo espero que nuestros chicos y chicas deportistas, ésos que nos dan tantas alegrías sudando, sigan haciéndolo tan bien o mejor que hasta ahora, mal que le pese al nuevo Ministro que se supone que tiene que defenderles y apoyarles. Por lo menos tendrán la admiración de esta deportista nula, encantada por los buenos ratos que nos hacen pasar.

   

Texto Ana María Blanco Estébanez
Todos los derechos reservados

lunes, 30 de abril de 2018

YO DECIDO CUÁNDO, DÓNDE Y CON QUIÉN


   Indignados todos, protestando en la calle y en nuestros círculos. Una sentencia que nos hace recordar la sociedad machista e injusta en la que tenemos que vivir las mujeres. Y no sólo las españolas, que parece que es nuestra justicia y nuestro país el único así. ¿Acaso hemos olvidado al juez inglés que absolvió a un millonario de un delito de violación porque le creyó cuando dijo que había tropezado y caído sobre la demandante, a la que había penetrado accidentalmente? 

   Y es que así es nuestra cultura. Y gran parte de la culpa, mal que nos pese, es nuestra, de las mujeres que todavía disculpamos algunas conductas machistas como si fueran bromas.

   Todavía recuerdo su llamada hace varios años. Me preguntó si en las revisiones de la mutua de nuestro trabajo, alguna vez había ido a hacerme pruebas ginecológicas a una determinada clínica. Le contesté que no, que las revisiones ginecológicas me las hacía con mi médico de siempre. Entonces, llorando, me dijo que acababa de llegar de hacerse la mamografía y la ecografía, y que la habían manoseado y sobado. Que el hombre que la había atendido la había tocado de una forma de lo más inapropiada al hacerle la mamografía; pero cuando la limpiaba el gel de la ecografía, había sido todavía peor. Que le había dicho que no hacía falta que lo hiciera él, que se lo podía quitar ella, pero que él había seguido como si no la hubiera oído. Le dije que le denunciara y me dijo que no; que no estaba dispuesta a tener que contar todo otra vez para que terminaran diciéndole que era una exagerada y que no había pasado nada.

   Después de tranquilizarla, se lo comenté a mis compañeras y me dijeron que sí lo sabían. Que había muchas quejas en la mutua porque era algo habitual, pero que el hombre en cuestión era el dueño de la clínica y que nadie hacía nada. Volví a llamar a mi amiga para que lo supiera y se sintiera más comprendida, y para aconsejarla que también ella pusiera una queja.

   Años más tarde, hablando con otras personas, me aseguraron que las quejas habían sido tantas, que la mutua amenazó a la clínica con anular el concierto si no hacían algo. Como este hombre era ya mayor, le cedió el negocio a su hijo y a él le "jubilaron".......de palabra, porque de hecho, seguía estando allí. A mí, esto me pareció indignante, pero a la mayoría de mis compañeras les parecía que habían exagerado, y que si el hombre se sentía feliz sobando aquí y allá, pues que tampoco pasaba nada. De hecho, contaron que también hay un fisio que tiene una mano de lo más ligerita, pero que oye, era bueno en su trabajo y sí así se quedaba más a gustito........

   Sí, creedlo, unas mujeres tomándose a broma que si vas a una clínica a hacerte unas pruebas o a un fisio a solucionar un problema y se propasan......tampoco pasa nada. ¿Ah, no?¿Y cuándo empieza a pasar algo?¿Cuándo se supone que podemos sentirnos violadas o, como dice la sentencia de la semana pasada, "abusadas"?

   Hace un par de años, por una lesión laboral, me derivaron a una clínica para hacerme una ecografía. Cuando vi aparecer a un hombre decrépito reptando por el pasillo, caí en la cuenta de que estaba en la famosa clínica. Debo reconocer que conmigo fue de lo más agradable y profesional......aunque claro, la ecografía que tenía que hacerme era del codo.

   En fin, que quizás ya va siendo hora de que seamos nosotras las primeras en no hacer gracias y bromas de conductas que no deberíamos permitir que ocurran bajo ningún concepto, porque como dice la canción de Aitana War: yo decido cuándo, dónde y con quién.


Texto Ana María Blanco Estébanez
Todos los derechos reservados

jueves, 22 de febrero de 2018

Yo y el bizcocho de nata de mi abuela


  Yo crecí en esos años tan "inseguros" en los que los niños íbamos en los coches sin sillitas especiales ni cinturones. Por la tarde, después de clase y de hacer los deberes, salíamos a la calle, sí, a la calle, a jugar con los vecinos; podría seguir contando muchas más "barbaridades" que hacíamos, pero lo cierto es que muchas de esas cosas están al alcance de cualquiera que las busque en Internet.

   En esa época también había cosas impensables hoy en día, como vaquerías en las ciudades. Desde la ventana de la cocina de mi abuela, podíamos ver una a la que íbamos a comprar la leche. Al principio acompañábamos a mis tías, madre o abuela, pero cuando fuimos creciendo y podíamos llevar la lechera, nos tocó a la siguiente generación hacerlo. Y la verdad es que nos encantaba: ir a un sitio con animales a recoger la leche recién ordeñada era algo que sólo podíamos hacer en vacaciones y representaba para nosotras mucho más que el hecho de una compra. Por un lado, nos daba una responsabilidad que nos hacía sentirnos mayores y útiles. Por supuesto, a nadie se le pasaba por la cabeza que nos estuvieran explotando o maltratando; simplemente era una señal de que los mayores confiaban en nosotras.

   Pero traer leche recién ordeñada era, también, el comienzo de un ritual que ninguna de las primas hemos olvidado a pesar de los años que han pasado. Lo primero que hacía mi abuela con esa leche era ponerla a hervir. Cuando se enfriaba, retiraba toda la nata que se había formado y la ponía en un recipiente aparte. Tomar un vaso de esa leche no era comparable con nada parecido en nuestras casas; y eso que la leche de entonces no tenía nada que ver con el lácteo aguado que nos venden hoy en día. Aún así, el sabor, olor y textura de aquella bebida es de esos recuerdos que se te quedan grabados en cada célula del cerebro, y que, pensando en ella, casi puedo saborear de nuevo.

   Con la nata que había apartado, mi abuela preparaba el mejor bizcocho que he comido en mi vida. Y eso era lo que, de verdad, nos volvía locas: poder comer un pedazo cuando se enfriaba lo suficiente como para poder cogerlo y masticarlo sin quemarnos, era el dulce más exquisito que podían darnos; y el final esperado del ritual que había empezado horas antes en la vaquería. Lo complicado era vigilar el bizcocho para que ninguna de nosotras le hincara el diente antes que las demás 😉

   En fin, que se supone que hemos ganado seguridad vial y alimentaria, pero por el camino hemos perdido experiencias irrepetibles e irrecuperables. Porque, una vez que las vaquerías se prohibieron en los núcleos urbanos y mi abuela tuvo que comprar la leche en la tienda, como hacíamos todos, nunca volvimos a comer un bizcocho como aquél, por mucho que ella intentaba hacerlo con todo su cariño. Menos mal que los recuerdos siguen ahí.......al menos hasta que la edad nos haga perderlos también 😁


Texto Ana María Blanco Estébanez
Todos los derechos reservados

viernes, 12 de enero de 2018

Yo y el tabaco


Foto de Pixabay

   
Son las 7 de una preciosa mañana de julio y salgo de casa pensando en lo único positivo que tiene estar levantada a esas horas para ir a trabajar: respirar el aire fresco de las mañanas veraniegas, muy lejos del helador que me ataca cuando estamos en invierno.

   Y ahí voy yo, con la mejor de mis sonrisas, pensando en lo maravillosa que es la vida e intentando adivinar las cosas guays que me pasarán a lo largo del día......hasta que, justo antes de llegar al próximo portal, veo que sale de él una persona fumando. Vaya por Dios, ya se estropeó el buen rollo. El aire fresco desaparece y un asqueroso humo entra por mi nariz haciéndome toser. Me mira con desagrado y me suelta: "Estamos en la calle". Pues sí, estamos en la calle.....¿y qué?¿Acaso el humo en la calle molesta menos? pienso yo. Pero me niego a que mi mal humor vaya a más, así que no digo nada. Me limito a acelerar el paso para no seguir tragando esa pestilencia que va soltando.

   No es la única chimenea que me encuentro por el camino, y cuando llego al curro ese frescor matutino se ha convertido en un sensación pastosa en la boca, con un sabor como a brea. Y hablando de sabores: ¿habéis besado alguna vez a un fumador? Es lo más parecido a chupar un cenicero....imagino, claro, porque a una no la da por ir chupándolos....los ceniceros, digo 😉

   Pero todavía no ha terminado mi tortura matutina. Afortunadamente ya no se puede fumar en los lugares de trabajo: hay que salir a la calle. Y ahí me encuentro la última agresión a mi salud antes de entrar en la oficina; porque resulta que "la calle" en bares, empresas, oficinas, centros de salud, hospitales y colegios parece significar "justo a la puerta". Vamos, que hemos conseguido no respirar humo en el interior, pero antes hay que pasar por los fumaderos en los que han convertido los accesos a los edificios.

   En fin, que una se cansa ya de intentar defender sus derechos a respirar aire y no humo, porque es como luchar contra un muro que defiende sus derechos a hacer lo que les dé la gana aunque molesten a los demás. Y, la verdad, a mí me da lo mismo cómo quiera matarse cada uno, pero también tengo derecho a elegir la forma en que quiero morir yo y, en serio, no es ahogada en humo de tabaco.

   No desespero. ¿Quién sabe? Puede que mañana mi paseo matinal sea fresquito y puro 😊


Texto Ana María Blanco Estébanez
Todos los derechos reservados
   

lunes, 8 de enero de 2018

Yo y el Ángel de la Guarda

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   Desde que puedo recordar, siempre me hablaron del Ángel de la Guarda como un ser etéreo que nos vela en nuestros sueños y en nuestra vida, pendiente de que no nos ocurra nada. Hasta que un día te empiezas a cuestionar casi todo lo que te enseñan cuando eres pequeño; y piensas que si todos tenemos un "cuidador", nunca debería pasarnos nada malo ¿no?

   La verdad es que hay veces que estamos tan cerca de una catástrofe que parece imposible que salgamos ilesos. Es cuando solemos decir eso de "Pabernos matao" 😉

   Y entonces volvemos a plantearnos si no será verdad que tenemos a alguien velando por nuestra seguridad. Pero.....¿son ángeles o personas de carne y hueso que aparecen cuando más les necesitamos? Supongo que da lo mismo y que cada uno, según sus creencias, tendrá una imagen determinada de cómo es su salvador.

   Yo, hace años, tuve una  imagen de lo más real del mío....o de la mía, para ser más exactos. Estaba cruzando un puente que hace poco arreglaron, pero que en ese momento tenía unas aceras bastante estrechas para la cantidad de peatones que lo cruzamos, con un riesgo considerable debido al mucho tráfico que circula por la calzada. 

   El caso es que iba yo andando por mi derecha, que era el borde más cercano a la calzada, cuando de frente veo a un tipo que, para resumir, calificaré como el típico macho ibérico: no muy alto, robusto, pelo en pecho y andares agresivos, que, cansado de ir detrás de una pareja anciana con el carrito de la compra, decidió adelantarles justo cuando llegaba a mi altura. Le vi venir, claro que sí, pero me resultó imposible apartarme porque no había sitio; así que recibí un dolorosísimo empujón en el hombro y me vi caer a la calzada. Todo duró apenas un segundo, pero recuerdo que pensé "me ha matado", mientras veía la cara sorprendida del conductor que venía de frente y al que le era imposible frenar........y vi el brazo de una mujer que venía detrás del macho alfa que, con unos reflejos increíbles, me agarró al vuelo y me metió en la acera otra vez. "Pero qué bestia", me dijo después de asegurarse de que me encontraba bien. Todo el mundo se paró......excepto él, por supuesto, que siguió como si no hubiera estado a punto de matar a una persona.

   Así que, desde ese momento, estoy segura de que, efectivamente, puede que no tengamos un ángel tan encantador como el de "¡Qué bello es vivir!", pero sí hay algo que nos protege y se asegura de mantenernos en perfecto estado. Unos lo llamarán "destino" o "suerte" y, para otros, simplemente es nuestro Ángel de la Guarda😊


Texto Ana María Blanco Estébanez
Todos los derechos reservados
   

Deserción



   Están a punto de cumplirse 3 años desde que se fue; desde que, como yo suelo decir, desertó de la vida. Perder a alguien siempre es duro, todos lo sabemos, pero cuando esa pérdida es voluntaria, queda además un enorme sentimiento de culpa, de preguntarnos si hubiéramos podido hacer algo para evitarlo. Que sí, que ya sé que esas decisiones las toma uno solo, en medio de, lo que pienso que tiene que ser, una situación límite en la que no ves salida a una angustia y ansiedad inimaginables; pero es que, como amiga, me hubiera gustado poder ayudar más. Sólo espero que consiguiera la paz que tanto deseaba; que, dondequiera que esté, por fin, vea luz y no oscuridad.

   Cuando oí esta canción de Malú por primera vez, me acordé tanto de él. No sé si ella pensaba que pudiera reflejar una situación así......pero creo que, por fin, entendí cómo se sintió: "Demasiado fuego, demasiada agua, brilla más el miedo....""muerden las miradas y me estoy rompiendo porque pesan toneladas.....""¿Quién le puso al juego todas estas trampas?.....""un millón de suelos esperando mi caída.....""Ser invisible......ser invisible".

   Todos nos hemos sentido así alguna vez: que la vida nos ha dado demasiado palos, que lo negativo pesa mucho más que lo positivo y que, esa carga, cada vez es más imposible de sobrellevar. Todos hemos querido desaparecer.....o ser invisibles, como dice Malú en la canción. Pero aquí seguimos, porque de todo se sale; porque la vida te da muchos palos, pero también muchas alegrías; porque hay gente deseando verte caer, pero también mucha ayudándote a seguir. Lo malo es que en esos momentos no se ve nada más que lo que te ahoga hasta que no puedes respirar. No hay nada más que oscuridad agobiante que nubla tu cabeza y no deja emerger pensamientos positivos. ¿Depresión? Puede......o puede que, simplemente, haya personas que no son capaces que soportar tanto dolor.


Texto Ana María Blanco Estébanez
Todos los derechos reservados

Machismo, sexismo y los Reyes Magos

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   Ayer recibí uno de esos vídeos de mujeres desnudas usadas como objetos sexuales que, afortunadamente cada vez menos, se siguen enviando. La verdad es que, aparte de un ligero mosqueo, paso de ellos y ya. ¿Por qué esta vez ha sido diferente? Pues por quien me lo envió. Como una es abierta y sin prejuicios, tengo amigos para todo 😊

   Resulta que me lo envió uno de esos podemitas de la más rancia izquierda, de pensamiento único, que se consideran los máximos defensores de la igualdad de todo tipo, que se les llena la boca diciendo lo en contra que están de la violencia machista (como si fuera posible estar a favor de algún tipo de violencia) y que viven anclados en un revanchismo antifranquista, que utilizan para arremeter contra todos los males que nos acechan hoy en día, incluido algo tan mágico e inocente como puede ser la Cabalgata de Reyes. Porque ahora resulta que el hecho de que sean 3 hombres tiene no sé qué reminiscencias que, sinceramente, no me importa lo más mínimo, pero que aprovechan para reivindicaciones sociales y políticas que tienen el resto del año para reclamar.

   En fin, que sí, que fue este dechado de virtudes liberales y defensor de las mujeres el que me mandó el vídeo sexista y de mal gusto. ¿A que va a resultar que es un machista como contra los que despotrica?

   A ver, cielo......hay que ser un poquito más coherentes, porque, aunque tú creas que son inofensivos, es precisamente esa imagen que compartiste ayer lo que hace que haya hombres que crean que las mujeres somos objetos que se pueden usar y maltratar, o que haya "manadas" que salgan a cazarnos.

   Y ya. Espero que la próxima vez que os llegue alguna foto o vídeo de este tipo lo eliminéis y le reprochéis a vuestro contacto el habéroslo enviado.

   ¡Feliz día de Reyes para todos! Por cierto, para mí, y mientras nadie me demuestre lo contrario, siguen siendo tres hombres sabios de tres razas diferentes, repartiendo regalos a camello; pero que cada uno se los imagine como quiera, que para eso somos libres😁


Texto Ana María Blanco Estébanez
Todos los derechos reservados

viernes, 5 de enero de 2018

Yo y Morat


   Pues no, no he coincidido con ellos nunca. Vamos, que no les conozco personalmente. Y ni siquiera he ido a uno de los muchísimos conciertos que dieron este verano por toda España. Pero estos chicos colombianos han hecho que cante, salte y baile como hacía tiempo que nadie lo conseguía. Y es que sus letras son, a pesar del triste tema del desamor, de lo más alegres, positivas y pegadizas. Me imagino que ésa es la razón de que estén catalogados como un grupo para adolescentes; aunque no creo que eso sea correcto. No soy la única que hace muchos años que abandonó la adolescencia y que nos encanta escucharlos y disfrutar con ellos. Porque eso es lo mejor: cantar, bailar y brincar con sus canciones.

   Sinceramente no sé cómo ha ido el tema de los bolos del año pasado, pero me cuesta creer que haya algún grupo o cantante que haya hecho más que ellos. Allá donde ibas, había carteles anunciando un concierto suyo y, por lo que he oído, con llenos absolutos.

   Para mí han sido una de las grandes sorpresas del año pasado, en cuanto a música se refiere.  Podía haber elegido el vídeo de cualquiera de sus canciones, pero he elegido "Yo contigo" porque además es la banda sonora de una película, "Gru 3 Mi villano favorito", como ellos, divertida y optimista. Espero que sigan manteniendo ese buen rollo (se nota que son amigos desde hace mucho tiempo) y reflejándolo en sus canciones porque, la verdad......me encantan sus efectos secundarios 😊

   



Texto Ana María Blanco Estébanez
Todos los derechos reservados

Yo y Gala

Gala. Foto de Ana Mª Blanco Estébanez

   De pequeñita pasaba parte del verano en el pueblo, con mi abuela. Y de esa época es uno de los primeros recuerdos nítidos que tengo.

   Tenía alrededor de 4 años y la nieta de la vecina de la casa de al lado, que era de la misma edad que yo, vino a buscarme para llevarme a ver los cachorros recién nacidos de su perra. Como a cualquier cría de esa edad, la propuesta me entusiasmó: ¡cachorritos!, así que la seguí hasta su corral. Abrió la puerta.......y una enfurecida perra salió corriendo detrás de nosotras. Ella pudo esconderse en la casa; pero yo, que estaba en un terreno que no conocía, sólo corría y corría.....hasta que me caí y unas enormes fauces se clavaron en mi cabeza. Todavía puedo sentir el terror que me invadió y cómo lloraba y gritaba. Tuve suerte.....mucha suerte, porque mordió en duro y no me dejó ni un arañazo; aunque sí un pánico indescriptible a los perros. Ver uno hacía que me escondiera detrás de mis padres, o que cruzara de acera cuando fui creciendo. Sólo la gente que ha pasado por algo así puede entender los sudores y el miedo que te invaden cuando ves un animal al que asocias con el momento más terrorífico de tu vida.

   Suponía no ir a casa de amigos que tuvieran perro (afortunadamente nadie de mi familia los tuvo nunca), huir de mis vecinos cuando sacaban los suyos a pasear.....y sentirme estúpida cuando los dueños de los perros más pequeños intentaban convencerme de que no hacían nada, mientras se reían de que una chica tan grande huyera despavorida de un caniche 😓

   Ya de adulta fui controlando ese miedo y conseguí pasar por su lado sin apartarme. Incluso  acaricié algunos con los que llegué a tener algo de confianza. 

   Mis sobrinos siempre pedían un perro por su cumpleaños o Navidad, a lo que mi hermana se negaba porque era consciente de los cuidados que necesitan. No son un juguete que se tiene en casa sólo para jugar. Son seres vivos que se convierten en otro miembro más de la familia.

   Un sobrino de mi cuñado, de vacaciones en Almería, se la encontró abandonada y les preguntó si querían que la recogiera para ellos. Como los niños ya iban siendo mayores, mi hermana accedió y, hace algo más de 3 años, Gala llegó a nuestras vidas. Estaba en muy malas condiciones y, al principio, las visitas al veterinario fueron continuas. Además, debían haberla maltratado ya que era muy miedosa y no podías tirarle una pelota porque se escondía aterrorizada.

   Cuando la conocí, llevaba un par de meses con ellos y era muy juguetona, lo que hacía que me pusiera muy nerviosa, porque, como ya he dicho, necesitaba tener confianza en uno de estos bichos antes de tocarlo. Una vez se puso tan pesada que terminó tirándome al suelo.....y los recuerdos de mi infancia me paralizaron de tal modo que tuvo que venir mi padre a apartarla de mí, porque yo era incapaz de levantarme.

   Aprendió que yo era una sosa con la que no podía saltar, correr y a la que no podía lamer o mordisquear, así que, simplemente, se acercaba a mí para que la acariciara, que es lo más que me atrevía a hacer. No era una situación que me gustara, porque mi falta de confianza hacia ella repercutía en algo tan esencial como el momento de sacarla a pasear: no quería salir conmigo a menos que alguien más de la familia viniera con nosotras.

   Hasta que, por fin, me conquistó. Cuando me mira con esos ojazos que parecen entenderlo todo, me la comería a besos. Hemos llegado a un entendimiento total y confiamos la una en la otra. Y gracias a ella mi relación con el mundo canino ha mejorado muchísimo. No sé si mi pánico desaparecerá del todo alguna vez, pero lo que sí sé es que nunca podré compensarla por enseñarme lo divertido y cariñoso que puede ser un perro. Además, ahora entiendo a la gente que dice que, en vez de comprarlos, hay que recogerlos. Los perros abandonados te dan tanto cariño que sientes que nunca podrás estar al mismo nivel que ellos 😍


Texto y foto Ana María Blanco Estébanez
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martes, 2 de enero de 2018

Yo y los petardos

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   Tenía yo unos 15 ó 16 años y volvía del colegio con mi hermana, cuando, de repente me quedé sorda del oído derecho. Que ¿cómo fue? Muy doloroso: había unos chavales jugando con petardos;  dejaron uno en la ventana de un edificio, y fue a estallar justo cuando nosotras pasábamos por allí. Al ser yo la que iba más cerca de la fachada, fui la más afectada. En el momento de la explosión, perdí completamente la audición, aunque a los pocos minutos parecía que la había recuperado. Sin embargo, desde entonces, apenas volví a oír por ese oído. Y eso que hace un año, por fin, me decidí a operarme para ver si lo recuperaba. Pero, nada: tengo dañado el oído interno, así que todo fue en vano 😢

   A partir de ese momento, como es lógico, cuando veo a alguien manipulando alguno de esos artefactos, mis sentimientos van del terror al cabreo más absoluto.Creo que la gente no es consciente de lo peligrosos que son; no sólo para quienes los usan, sino también para los que pasan por allí. Porque mi caso no es el único; en mi círculo cercano, además de mi oído, una vecina perdió un ojo y, la amiga de otra, un pie. Todas fuimos víctimas inocentes.

   Lo más curioso de todo es que, cuando se comenta, la gente piensa que los petardos están prohibidos, por lo que nadie entiende cómo pueden venderse en los mercadillos navideños ni que las empresas pirotécnicas metan publicidad en los buzones.

   Hace un par de semanas, tuve acceso a la normativa del Ayuntamiento al respecto. En ella se dice que su uso está prohibido sin permiso municipal, y se establecen las multas que se podrán poner. Además, se dan una serie de normas de uso correcto. En fin, que su lectura no pudo dejarme más.....plof. Todos sabemos que esas normas no se cumplen nunca, igual que sabemos que las multas no se ponen; en parte, porque es casi imposible pillar a la gente in fraganti.

   Por ejemplo, las normas de la edad: se establece que los menores de 12 años no pueden usar petardos de ningún tipo.......y todos hemos visto a críos mucho más pequeños jugando con ellos. Muchas veces con el beneplácito de sus padres, que son quienes se los compran.

   Por no hablar de la norma que dice que hay que alejarse lo más rápidamente posible antes de que estallen, para no resultar heridos. Ya.....lógico ¿no? Pero ¿qué hay de la gente que pasa por allí y que no sabe que hay un petardo a punto de estallar?¿Qué hay de los problemas que el ruido y el humo causan en la gente enferma?

   Lo cierto es que no deja de ser muy contradictorio que no se prohíba su venta y publicidad....y sí su uso. Según parece, si se ve a alguien tirando petardos en la calle, se le puede denunciar; aunque ya me imagino que mientras se llama a la policía y vienen, los autores de la explosión han desaparecido. Por no hablar de lo que ocurre en Nochevieja: como hay tanto zumbado tirando petardos, bombas, tracas y cohetes, las autoridades han decidido hacer como que no pasa nada.

   La verdad es que durante muchos años me he sentido como un bicho raro quejándome de que se permita su venta y uso libremente; pero en los últimos tiempos, gracias, principalmente, a las redes sociales, he comprobado que cada vez somos más los que pensamos abiertamente que deberían estar prohibidos. Es curioso que la gente empiece a preocuparse por lo que sufren nuestras mascotas por su culpa, cuando somos nosotros los primeros afectados. Pero, en fin, si apelando a su bienestar conseguimos el nuestro......me apunto a cualquier iniciativa orientada a prohibirlos totalmente o, en el caso de que los descerebrados que no consideran posible divertirse sin ellos quieran seguir arriesgando su salud y la de los demás, se acondicionen lugares en las ciudades, apartados de las zonas habitadas, donde puedan ir a quedarse sordos, ciegos o mutilados 😊


Texto Ana María Blanco Estébanez
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